La Restauración inició una lenta crisis a partir del Desastre del 98. La derrota colonial demostró su debilidad interna y externa. La ficción democrática, alternancia entre los liberales y los conservadores, no escondía el ascenso del movimiento obrero, el republicanismo y el nacionalismo. También surgieron, desde los grupos de apoyo al régimen, algunos planteamientos regeneracionistas pero fracasaron. La I Guerra Mundial tuvo influencias ideológicas. La revolución Rusa fortaleció a la izquierda que hizo de la conflictividad social un instrumento al servicio de una estrategia revolucionaria que también fracasó. Por otra parte, las experiencias dictatoriales conservadoras europeas sirvieron de ejemplo a Primo de Rivera para realizar un golpe de estado que permitió la instauración, en 1923, de una dictadura, contando con el apoyo de las fuerzas conservadores, de Alfonso XIII y la suspensión de la Constitución de 1876.
A partir del siglo XX hubo cambios en el liderazgo de los partidos dinásticos: Maura por Silvela en el partido conservador y Canalejas por Sagasta en el partido liberal. En el gobierno de Maura (1907-1909) se impuso un plan de reforma llamado “revolución desde arriba”. Algunas medidas se aplicaron, como las economías sociales, pero otras fracasaron, como fue el intento de descentralización administrativa del Estado y el desmontaje del caciquismo político.
Después del Desastre del 98 el Ejército ganó en protagonismo político, y en desprestigio social, un claro ejemplo del por qué ocurrió este es el asalto por oficiales de La Veu de Catalunya y Cu-Cut, incidente que se resolvió concediéndoles a los militares de jurisdicción sobre delitos contra la patria teniendo como consecuencia un grave retroceso constitucional.
También fue de importancia la Semana Trágica, levantamiento popular ocurrido en Barcelona en 1909 con motivo del embarque de tropas para la Guerra de Marruecos. Fue una huelga general apoyada por los sindicatos, los republicanos y los catalanistas. La huelga acabó siendo un levantamiento popular. Ante ésta situación el Gobierno reaccionó con dureza a través de detenciones y ejecuciones (anarquista Ferrer y Guardia). Finalmente Maura dimitió.
Entre 1909 y 1912 gobernaron los liberales, Moret y después Canalejas. Canalejas pretendía regenerar la vida política. Con ésta finalidad incorporó a su partido a intelectuales progresistas, y republicanos pero su régimen también se deterioró. Después los republicanos y los socialistas se unieron (republicanos-socialistas de Lerroux e Iglesias). Por otro lado, los anarquistas se organizaron en la CNT.
El crecimiento del anticlericalismo era cada vez mayor así que Cánovas promovió la separación la separación Iglesia-Estado y la Ley del Candado, para que la religión no influyera en la educación. También dirigió una reforma fiscal donde se suprimían los consumos y favorecía la imposición progresista. Canalejas fue asesinado en 1912 y su proyecto abandonado. Su muerte provocó la división de los liberales. Maura se separó de los conservadores y formó su propio grupo (maurismo), también surgió el reformismo de Melquíades Álvarez. Desde éste momento los gobiernos se caracterizaron por su inestabilidad.
En 1913 llegó al Gobierno Dato, del partido conservador. Fue concedida la Mancomunitat Catalana pero el reformismo fue detenido debido a la I Guerra Mundial, ya que, aunque nuestro país se mostraba neutral, en el interior de España había una división política entre los que simpatizaban con Alemania y los que simpatizaban con el bando Aliado. Los productores industriales y agrarios (cereal) obtuvieron beneficios extraordinarios, pero los trabajadores sufrieron aumentos de recios aunque no aumentos salariales.
Durante 1917 España vivió una etapa de crisis muy fuerte, tres de ellas con origen en Barcelona (militar, constitucional y obrera) y pusieron en riesgo al régimen político de la Restauración.
La crisis militar fue provocada por la creación de las Juntas de Defensa. Eran verdaderos grupos de presión que amenazaban al mantenimiento del régimen constitucional a través de una posible organización de un golpe de Estado. La debilidad del Gobierno favoreció su definitiva legalización.
La crisis constitucional provocó la suspensión de las Cortes durante un largo período de tiempo de 1917 ya que el Gobierno no se atrevía a convocar elecciones. Los Catalanistas, republicanos y otros grupos de oposición se constituyeron en Asamblea de Parlamentarios y demandaron la aprobación de un Estado de Autonomía para Cataluña y la convocatoria de Cortes Constituyentes. La crisis se resolvió con la entrada de la Lliga catalana en el Gobierno y la promesa de reformas.
La crisis obrera fue provocada por el descontento ante la escasez de los productos de primera necesidad y la limitación de la Revolución Rusa. La huelga general contó al principio con la simpatía de la Asamblea de Parlamentarios, además de la organización de la UGT y la CNT. Poco después, el Gobierno logró el apoyo de casi todas las fuerzas moderadas para sofocar el movimiento.
Entre 1917 y 1919 los gobiernos fracasaron en sus proyectos de reforma constitucional, autonomía regional, separación de Iglesia-Estado… Los enfrentamientos entre los partidos dinásticos no hicieron posible la democratización.
Entre 1919 y 1921 se produjo una reacción por parte del partido conservador, favorecida por el temor burgués a la revolución obrera, los reveses coloniales y el pistolerismo. En 1921 el Ejército sufrió el Desastre Annual en el que se perdió el territorio conquistado en los últimos años en Marruecos. En Cataluña la conflictividad laboral fue extrema: huelgas, pistolerismo,… En estas circunstancias Alfonso XIII apoyó el golpe de estado de Primo de Rivera.